Condenada a devolver 'El Gordo' de Navidad porque no era suyo
Una vecina de Lugo tendrá que devolver los 320.580 euros netos de un décimo de la Lotería de Navidad de 2014 premiado con el Gordo.
Rosalía, pues así se llama la protagonista de esta historia, fue acusada de cobrar un décimo que se encontró en la calle, pero la mujer, de 67 años, asegura que lo compró “y quiero que todo esto quede claro antes de morir”
Según indican los informes caligráficos, el décimo no era suyo, sino que se lo había encontrado.
La sentencia se basó en estos informes para concluir que el boleto había sido comprado por otra vecina de su barrio y que la acusada, tras encontrarlo, trató de borrar el nombre de “Inés” con el que su dueña lo había marcado, una artimaña que acabó delatándola.
A pesar de las evidencias, Rosalía insiste en que el décimo lo adquirió en la administración de loterías de las galerías de Santo Domingo y que, como no había números terminados en 13, compró el que después resultó premiado porque empezaba por 13. Pese a las resoluciones judiciales, esta mujer se pregunta: “Qué delito cometí, yo lo compré”
El juez no halló pruebas suficientes para dictaminar que había robado el boleto, por lo que desestimó condenarla a pena de prisión, tal y como solicitaba la acusación particular, que pedía para ella tres años de cárcel. La fiscalía limitó su petición a cuatro meses y medio de multa.
La sentencia solo considera a la acusada autora de un delito de apropiación indebida, por lo que le impone el pago de una sanción, además de las costas del juicio. El juez rechazó la versión que dio la acusada cuando aseguró en el juicio que compró el boleto con el número 13.437 en una administración de lotería porque le gustan los que acaban o empiezan con 13. "Lo compré ocho o diez días antes del sorteo porque empezaba por 13 y siempre busco ese número. Ya había comprado otros dos décimos, uno de ellos con la misma terminación, pero vi ese número apoyado en el mostrador y lo compré también", declaró la acusada. La mujer asegura sufrir una depresión que le ha hecho cerrar el bar que regentaba.
El resultado de los informes caligráficos realizados en el boleto dio al traste con sus planes y se convirtió en la principal prueba documental contra ella pese a que intentó borrar todas las huellas. Los expertos lograron reconstruir los trazos de la escritura que quedó impresa en el papel y probaron que se correspondían con la escritura de los otros nombres que aparecían en el resto de los boletos comprados.